Stefan Zweig

Jugando con la tentación

Ya hemos hablado de Zweig por estos lares en más de una ocasión. Yo le he cogido mucha afición a sus novelas cortas, de poco más de 100 páginas. En ese espacio es capaz de contarte una historia entretenida, con mensaje y dibujando personajes y situaciones muy reales.

En esta ocasión, nos cuenta la historia de un barón, que se va de vacaciones a una localidad de Austria. Este disfruta cortejando a las damas, sobre todo cuando se encuentra aburrido, como es el caso.

Aunque empieza la narración desde el punto de vista del conde, después de unos capítulos, cede el protagonismo al niño. Considero este cambio un acierto, que aporta a la trama una perspectiva más interesante.

Foto de jennieramida en Unsplash

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¿Por qué no releer?

Podemos clasificar a los lectores en dos grupos: los partidarios de volver a leer un libro y los que se oponen a ello. Yo me ubico en el primer grupo, pero sin abusar. Quede claro que no me refiero aquí a volver a dar una oportunidad a un libro que empezamos y no pudimos terminar. Yo hablo de volver a leer un libro entero, de cabo a rabo. ¿Por que releo yo? Por un simple motivo: si he disfrutado mucho leyendo un libro, ¿por qué no repetir? Yo no leo para aumentar mi cultura o vocabulario, yo leo porque me gusta. La historia es importante, sin duda, pero no lo es todo. Por eso, he encontrado placer en volver a leer las mismas páginas.

Paso a detallaros las contadas ocasiones en que he releído:

  • El Cantar de Mio Cid. Lo leí por primera vez en el colegio, cuando era un adolescente. Disfruté tanto que, al cabo de los años, quise repetir aquella experiencia. Quería ver si, con un poco más de madurez (no mucha), perdería algo de magia. No fue así.
  • El desquite de Sandokan, de Emilio Salgari. Me lo pasé bomba leyéndolo en mi adolescencia y otra vez al cabo de unos años. Por «culpa» de él, me leí otros cuatro libros del mismo autor.
  • El camino, de Miguel Delibes. Es uno de mis libros favoritos. Una historia simpática, encantadora, tierna y divertida. Siempre que lo he recomendado a algún amigo, este me lo ha agradecido al acabarlo.
  • El Señor de los Anillos, de JRR Tolkien. Otro que leí cuando era adolescente. Lo volví a leer antes del estreno de la primera película de la trilogía, porque quería volver a imaginarme, por última vez, toda las situaciones y personajes como a mí me daba la gana. Llevo una larga temporada sin picotear en él, costumbre que tenía hace un tiempo. Tampoco he vuelto a ver ninguna de las películas. El motivo es que quiero borrarlo lo máximo posible de mi mente, para así volver a gozar con su lectura. Sería la tercera. Mucho me «temo» que no será la última.

Foto de Gonard Fluit en Unsplash

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Thornton Wilder

Todas las cartas llegan a Roma

El autor de esta novela histórica ha cogido los hechos conocidos acerca de los últimos años de vida de Julio Cesar y después ha tirado de imaginación. Además, ha tenido la acertada ocurrencia de contarnos los hechos mediante las cartas ficticias que se enviaban los protagonistas: César, su mujer Pompeya, su hijo Bruto, Cleopatra y un buen grupo de amigos y familiares. Este estilo epistolar nos permite bucear en los pensamientos de cada uno de los personajes.

El resultado es una buena historia, donde se tocan temas interesantes como el poder, la envidia, el amor o el gobierno. Es una novela fácil de leer, por tener un ritmo que no decae, aunque en algunas cartas César divaga un poco, y también por ser un libro más bien cortito.

Foto de Carlos Ibáñez en Unsplash

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Alessandro Manzoni

Un paseo por la Lombardía del siglo XVII

Tras un largo debatir y buscar juntos, concluyeron que los problemas vienen a menudo, es verdad, porque se ha dado motivo para ello, pero que la conducta más cauta e inocente no basta para tenerlos lejos y que, cuando vienen, con culpa o sin ella, la fe en Dios los dulcifica y los hace útiles para una vida mejor.

Os he copiado un párrafo de la última página de esta estupenda novela histórica. Es un párrafo que, sin contar nada de la trama, resume muy bien lo que pretende transmitir la historia. Una historia de unos sencillos novios, a los que les pasa de todo, tanto a ellos, como a las personas de su entorno. Pero la trama no se centra únicamente en ellos dos, sino que abre un abanico de personajes muy rico e interesante. Eso lo convierte en un libro muy humano, por lo que no me extraña que se haya convertido en un clásico de la literatura.

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Emily Bronte

Bajo la borrasca

Sí, últimamente voy sobre seguro. Escojo grandes clásicos de la literatura. Me fue bien con Tolstoi, y me ha ido bien con Emily Bronte. No siempre es así. Mas de una vez he cogido un libro del que me habían hablado maravillas, que, cuando acabo, me hace preguntarme el porque de esa fama. Este no ha sido el caso. Cumbres borrascosas tiene su puesto bien ganado.

No es una historia «agradable» de leer. El paisaje son unos páramos brumosos y tempestuosos. Los personajes desatan sus pasiones con violencia hacia los demás, fruto de su vida de privación y sufrimiento. En definitiva, estamos ante un drama con todas las de la ley.

Pero, que nadie se lleve a engaño, la novela se acaba disfrutando, gracias al estilo de la autora, el ritmo de la acción y a algún giro inesperado.

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Jean Webster

Cartas de la encantadora Judy

Jerusha Abbot tiene 17 años y vive en un orfanato. Un día la directora le comunica que va a ir a la universidad, para el día de mañana convertirse en escritora. Esto gracias a un misterioso «papaíto», que le costeará todo, pidiendo sólo a cambio que ella le escriba cartas, contándole sus experiencias.

Me gustó mucho esta novela breve, por el sentido de humor que su autora-protagonista despliega en sus páginas. Las palabras, frases y páginas iban pasando por mis ojos, sin apenas esfuerzo. Fue una experiencia deliciosa. Me duró menos de una semana. ¡Qué lástima!

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Leon Tolstoi

Una historia de historias

Anna Karenina. Un clásico entre los clásicos. Un libro que muchos no dudan en decir que «hay que leer antes de morir». En una reunión de la secta de los lectores no puedes decir que no lo has leído, y mucho menos que no te ha gustado. Estas altísimas expectativas me asustaban, por si, como a veces pasa, no llegaban a cumplirse. Gracias a Dios se han cumplido. Es un libro de los grandes, por su longitud y por su calidad. Me ha llevado casi tres meses acabarlo, pero ha sido una gozada, cada vez que me disponía a leerlo un rato.

Puede parecer por su título que la historia se centra en un sólo personaje, pero no es así. De hecho, hay varios capítulos consecutivos en los que Anna ni siquiera es nombrada. Son varias historias que se entrelazan, donde la de Anna ocupa un papel destacado. Pero tienen mucho interés las vidas de Vronski, Levin, Stiva, Dolly, Aleksei y Kitty.

No había leído todavía nada de este autor, y he comprobado que Tolstoi no es tan oscuro y agobiante como Dostoievski, otro autor ruso. Pero sí que tienen en común que ambos escriben novelas tremendamente psicológicas.

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Paul Torday

¿En Yemen? Sí, en Yemen

El Doctor Alfred Jones trabaja felizmente en el Centro Nacional para el fomento de la Piscicultura, hasta que ve como de repente le eligen para introducir la pesca del salmón en Yemen, porque un acaudalado jeque tiene ese capricho.

Esta divertida novela destaca por su elegante ironía, made in England. Y, aunque el título no parezca serio, trata temas como: las relaciones de pareja, el papel del trabajo en nuestra vida, la obsesión de los políticos por su imagen, la capacidad de superación del ser humano, y el poder de la fe. Todo eso, con toques de romanticismo e intriga. ¿Parece imposible juntar todo eso en un libro y salir airoso? Paul Torday lo ha conseguido.

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